LE PRESENTAMOS OTRO ARTÍCULO PUBLICADO POR
HORST WEIN
FÚTBOL A LA MEDIDA DEL NIÑO
¿Le prestaría una persona normal sus zapatos del N°9 a su hijo de seis años para que los use en la escuela? ¿Lo mandaría con un saco suyo, Talla 38 al desfile de gala? Es obvio que no, cualquier persona en sus cinco sentidos, conseguiría unos zapatos y un saco a la medida del niño para que pueda sentirse cómodo con ellos.
En el fútbol pasa igual. Hemos hecho que nuestros niños jueguen a imitación de los adultos. Y para el niño pequeño, el fútbol de los adultos es demasiado “grande”, demasiado difícil y complejo porque exige un nivel de capacidades físicas y mentales que los niños todavía no poseen.
En vez de adaptar el niño al fútbol, como ocurre en todas las partes, hay que saber adaptar el fútbol al niño, siempre a su perfecta medida durante todo su crecimiento, como sus zapatos o su saco.. Este concepto, tan lógico y lleno de sentido común, es plasmado por el técnico e investigador alemán Horst Wein en su libro, “Fútbol a la medida del niño” que el editorial más importante en libros y software de deporte, Human Kinetics (USA) publicó en otoño 2000 también en inglés con el titulo “Developing Youth Soccer Players”.
El Prof. Horst Wein, un internacionalmente reconocido experto en los juegos de equipo que se dedica desde años exclusivamente a la importante tarea de reciclar los conocimientos de entrenadores de fútbol, expone de manera sencilla los por qué y los cómo de la necesidad de adaptar el juego de fútbol en todas de sus facetas a la medida del niño. En primer lugar, se cuestiona si los niños entre 7 y 13 años deben competir en el fútbol reglamentario, a imitación de los adultos con once jugadores en cada equipo disputando un balón reglamentario en un campo con dimensiones gigantes y porterías en las cuales se pierden los pequeños porteros.
Creo que tiene razón. ¿Cuando un niño de siete u ocho años todavía no sabe dominar a su cuerpo, cómo se puede esperar que puede dominar el balón y uno o más contrarios? Todavía está expuesto a ejercitarse con un balón que le llega casi a la rodilla, de un peso que su pierna no puede mover con facilidad, y ese siempre con falta de tiempo por la presencia de un gran número de adversarios y compañeros que le rodean, en búsqueda de este apreciado balón que todos quieren poseer el máximo tiempo posible.
Así un niño llega a tocar tres o cuatro veces el balón o un máximo de un minuto en cada partido, completamente insuficiente para darle los estímulos necesarios para poder crecer. Por eso, dice Horst Wein en su libro “muchos jugadores mueren con 33 –35 años en el campo de fútbol, antes de haber nacido por completo, por la exposición a métodos, contenidos de entrenamiento y competiciones inadecuadas durante sus mejores años de su aprendizaje motriz, entre los 8 y 12 años“.
Horst Wein está convencido de que la gran tragedia del fútbol en nuestro país es que muchos técnicos conocen bastante bien su materia pero no conocen suficientemente bien a sus jóvenes alumnos. Hace falta conocer las necesidades vitales del niño a la hora de practicar su deporte favorito, saber qué es lo que más les gusta para poder descubrir con el tiempo de forma gradual la dificultad y complejidad del fútbol. Y ¿qué descubrió?, algo tan simple que cualquier niño lo que le gusta del fútbol es tener el balón, y meter goles…
Pero en el fútbol actual de los jóvenes el meter goles es algo para privilegiados. Hay uno o dos “cracks” que anotan todos los goles de un equipo, suelen ser los más acelerados en el crecimiento a los cuales favorecen el balón pesado y las enormes distancias hasta llegar a la portería contraria. Y sabemos que éstos que dominan gracias a su estatura, zancada y potencia pronto, durante la pubertad, suelen desaparecer para verse sustituido por los más pequeños que en los primeros años apenas tocaban el balón. Sólo competiciones a la medida del niño cuyas reglas cambian como el niño cambia de forma progresiva su nivel de las capacidades físicas y mentales saben estimular correctamente y luego formar desde temprana edad la habilidad, la voluntad y la inteligencia de un joven talento. “El fútbol de los niños y adolescentes no mejora con una acumulación de partidos o campeonatos, sino con el continuo desarrollo de conceptos originales que favorezcan la formación integral de los futbolistas y su crecimiento natural sin prisas y pausas”.
Con sus programas de juegos simplificados para equipos formados por 2, 3 y 4 jugadores en un equipo, el profesor alemán deja los jóvenes descubrir gradualmente los problemas con creciente dificultad que ha incluido en cada uno de ellos. Enfrenta los niños en su juegos con todas las situaciones básicas del fútbol, para enseñarles no solo como leer el juego sino resolver adecuadamente los problemas que presenta . En sus juegos simplificados todos los niños sientan su capacidad debido a su frecuente acierto en sus acciones. Todos ellos son siempre protagonistas en los juegos simplificados porque tocan el balón constantemente y con la posibilidad de marcar muchos goles, lo que favorece el desarrollo de su confianza y personalidad.
En vez de competir once contra once en un campo reglamentario o reducido, Horst Wein propone para los de 8 y 9 años el juego “tres contra tres” de Mini Fútbol en una cancha de baloncesto pero a cuatro porterías, dos en cada línea de meta. Jugar “tres contra tres” dice, fomenta la importante capacidad de percepción de cada uno de los componentes de los dos equipos. En poco tiempo los niños aprenden a ocupar racionalmente los espacios, a tocar el balón al primer toque, y mano a mano, que al ver una portería bien defendida, y sin que nadie le diga nada, aprenden a levantar su vista y conducir el balón a la portería menos defendida de los dos a atacar. Y si ofrecemos los múltiples variantes sobre este juego de Mini Fútbol estimulamos capacidades imprescindibles para jugar bien al fútbol como la coordinación, la anticipación, el juego triangular, la cobertura, el desmarque en el momento justo, el pase de pared o de primera intención, y especialmente qué hacer, cómo y cuando hacerlo y finalmente el porqué de una acción y no de otra.
Además, debido a los pocos jugadores que intervienen en el juego se mejora gradualmente las capacidades de comunicación y cooperación entre los jugadores. Todos atacan y todos defienden, todos meten goles, todos están en contacto continuo con el balón durante los dos tiempos de 20 minutos mientras la competición tradicional les condena a ser espectador.
Cuando los niños en las competiciones tradicionales suelen perder durante un solo minuto de juego (son unos 40 segundos de juego efectivo) entre 5 y 6 veces la posesión del balón, tenemos que preguntarnos: ¿son los métodos de nuestra enseñanza incorrectos o son los técnicos poco capaces, o debemos culpar a los jóvenes jugadores por su alto porcentaje de fallos en el juego?
Yo creo que no. Pongo ahora un ejemplo de algo vivido en uno de los colegios que más prestigio tienen en la Ciudad de México por su nivel deportivo, que ilustra lo anterior. Entrenaban unos niños de “pre-primaria”, tratando de obedecer las órdenes del duro entrenador, que además llevaba lentes oscuros, no sé para qué pues el día estaba absolutamente nublado. Al dar una indicación le dijo a los niños: “¡tóquenla de primera intención!”, la verdad no pude evitar la risa al escuchar a un niño preguntarle a otro: “¿que hagamos qué?”. Y no es que no haya escuchado, es que no había entendido. A esas edades, un niño no entiende lo que es tocar la pelota, menos qué es de primera, y no saben lo que es la intención… Adaptar el fútbol al niño, no el niño al fútbol…
Por otra parte, el autor de este libro establece que no es bueno proponer a las edades de 7, 8 y 9 años competiciones en forma de liga, dando puntos por la victoria etc. La competencia a edades tan tempranas es más una proyección de los padres de familia que un deseo y una utilidad para los niños. El niño lo que quiere es jugar. Es el padre de familia quien siente que gana o pierde cuando gana o pierde el equipo de su hijo. Pero educativamente hablando, no es formativo que los niños compitan tan a temprana edad y menos en un solo deporte.
¿Qué se quiere decir con esto? Pongo un ejemplo aunque resulte ridículo. No se puede educar a un niño en la sinceridad cuando tiene un año porque todavía no habla. No es el momento para fomentar en él ese hábito, esa virtud. De igual manera, no es el momento, antes de los 10 años de fomentar en él la competencia como se suele hacer con los adultos. Es indudable que hay un alto porcentaje de deserción del deporte de competencia infantil al llegar a los 13/14 años. Y esto es explicable, el que gana en una competición es uno, todos los demás pierden. Los niños son muy sensibles a la crítica, en especial cuando viene de la gente que más los quiere: su entrenador y sus padres, y no todos los entrenadores ni todos los padres son capaces de aceptar las derrotas de sus hijos. Entonces tenemos niños que se acostumbran a ser perdedores, hasta que se cansan de hacer tanto esfuerzo para ir a perder.
Además, no se debe especializar al niño en un deporte concreto, porque se desaprovecha una excelente oportunidad de desarrollar en él capacidades y habilidades que sirven para toda la vida deportiva. Es por esto que a estas edades, resulta muy conveniente fortalecer la coordinación y la polivalencia, aplicando los múltiples juegos que propone Horst Wein en “Fútbol a la medida del niño”, incluido las distintas variantes del decatlón o pentatlón.
Hablar de estos conceptos implica un cambio radical en la manera de ver la formación de los niños en el fútbol y en los otros deportes. Es un cambio que es necesario, pero que no sirve de nada si sólo algunos cuantos cambian su percepción. Es un cambio de formación, de ideas, de concepción de lo que es el niño como ser humano libre.
Este cambio es el que está realizando el Prof. Wein a través de su libro y sus cursos en 51 países alrededor del globo. Incluso ha venido varias veces a México donde entre 1998 y 2001 ha sostenido clínicas con entrenadores en 8 distintos clubes del fútbol profesional y en la Universidad de Fútbol en Pachuca. En el mes de febrero de 2000 la Federación Andaluza de Fútbol a través de su prestigioso “Centro de estudios, desarrollo e investigación “ (CEDIFA), publicó su segundo libro de fútbol en España que continua con la misma filosofía del primero. En “Fútbol a la Medida del Adolescente”, igual como en su primer libro que la Real Federación Española de Fútbol editó en 1996 , el autor pide a gritos un cambio profundo, de raíz en el fútbol.
Hay que volver a pensar en el niño, el protagonista del fútbol base. Hay que dejarlo jugar con zapatos a su medida, e irlos haciendo crecer, en la medida en que él vaya creciendo, de manera gradual, jugando Mini Fútbol 3 contra 3 con 8 años, Mini Fútbol con portero ,es decir cuatro contra cuatro con 9 años, 7 contra 7 con 10/11 años y 8 contra 8 con 12/13 años hasta llegar con óptimos resultados con 14 años a la competición reglamentaria 11 contra 11.
Termino con las palabras de este autor que son una llamada al inconformismo, las mismas con las que comenzó la conferencia que tuve la oportunidad de escucharle este verano, una frase que nos conviene leer despacio y meditar: “Si haces lo que has hecho siempre, no llegarás más lejos de lo que siempre has llegado.”
Del rincón del formador:
“HORST WEIN”
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