El siguiente documento se encuentra en posesión de varios clubes de futbol españoles. Lo cierto es que el comentario resulta gracioso y ejemplizante porque responde con cierta sorna y sarcasmo a la realidad que estamos viviendo en el futbol base.
"El "papá-entrenador" es un personaje bastante reciente en el mundo del deporte: no suele faltar a ningún partido, a veces se traga hasta los entrenamientos toma notas técnicas y estadísticas, graba en video los partidos claves, da órdenes (a su hijo primero, luego quizás al resto), vive el partido con tal intensidad que no pierde detalle, llega hasta a correr la banda.
Claro que tiene motivos para tal comportamiento: está convencido que su hijo es un diamante en bruto, una futura estrella del deporte. No está dispuesto a que se malogre; no permite ningún fallo en la educación deportiva de su hijo; su hijo todo lo hace bien (casi siempre), y para ese "casi" siempre tiene excusas: el entrenador no le entiende o no tiene ni idea, los compañeros son peores que él, le pasan mal o poco, el Club es un desastre de organización... siempre hay algo e qué quejarse. Su hijo, por su edad, su inmadurez, su desconocimiento... sufre las consecuencias de este celo, cariño y protección paterna mal entendidas.
Es muy difícil que un niño con un "papá-entrenador" progrese adecuadamente; lo más probable es que, poco a poco, se convierta en un niño inmaduro, consentido y "diferente" a los de su grupo.
La verdad es que la figura del "papá-entrenador", con todos los detalles aquí descritos, es muy rara de encontrar, pero es tan inusual al encontrarse padres que caen en alguno de esos errores u otros similares. ¡Es tan difícil la educación de los hijos! La pasión, a veces, nos ciega y no hacemos más que estropear las cosas.
Menos mal que al lado de estos "papá-entrenador" estan los verdaderos PADRES, ante los que hay que quitarse el sombrero: acompañan en los transportes y desplazamientos; mantienen una actitud discreta de apoyo; animan a su hijo y al grupo de forma elegante y digna de elogio: no crean presión innecesaria, sino que dan motivación y seguridad; saben disfrutar del deporte de sus hijos...
Porque el niño está aprendiendo el valor de las cosas, porque vive con ilusión el deporte, porque debe ser capaz de superar por sí mismo las adversidades, porque hay que respetar el proceso de formación; porque... ¡¡¡Por favor!!! No juguemos a "papá-entrenador".
"El "papá-entrenador" es un personaje bastante reciente en el mundo del deporte: no suele faltar a ningún partido, a veces se traga hasta los entrenamientos toma notas técnicas y estadísticas, graba en video los partidos claves, da órdenes (a su hijo primero, luego quizás al resto), vive el partido con tal intensidad que no pierde detalle, llega hasta a correr la banda.
Claro que tiene motivos para tal comportamiento: está convencido que su hijo es un diamante en bruto, una futura estrella del deporte. No está dispuesto a que se malogre; no permite ningún fallo en la educación deportiva de su hijo; su hijo todo lo hace bien (casi siempre), y para ese "casi" siempre tiene excusas: el entrenador no le entiende o no tiene ni idea, los compañeros son peores que él, le pasan mal o poco, el Club es un desastre de organización... siempre hay algo e qué quejarse. Su hijo, por su edad, su inmadurez, su desconocimiento... sufre las consecuencias de este celo, cariño y protección paterna mal entendidas.
Es muy difícil que un niño con un "papá-entrenador" progrese adecuadamente; lo más probable es que, poco a poco, se convierta en un niño inmaduro, consentido y "diferente" a los de su grupo.
La verdad es que la figura del "papá-entrenador", con todos los detalles aquí descritos, es muy rara de encontrar, pero es tan inusual al encontrarse padres que caen en alguno de esos errores u otros similares. ¡Es tan difícil la educación de los hijos! La pasión, a veces, nos ciega y no hacemos más que estropear las cosas.
Menos mal que al lado de estos "papá-entrenador" estan los verdaderos PADRES, ante los que hay que quitarse el sombrero: acompañan en los transportes y desplazamientos; mantienen una actitud discreta de apoyo; animan a su hijo y al grupo de forma elegante y digna de elogio: no crean presión innecesaria, sino que dan motivación y seguridad; saben disfrutar del deporte de sus hijos...
Porque el niño está aprendiendo el valor de las cosas, porque vive con ilusión el deporte, porque debe ser capaz de superar por sí mismo las adversidades, porque hay que respetar el proceso de formación; porque... ¡¡¡Por favor!!! No juguemos a "papá-entrenador".
0 comentarios:
Publicar un comentario